La primera vez que quise vender mi carro
Llevo seis años con mi pichirilo… es como un novio fiel que nunca falla, de esos que ya no se ven. Sin embargo leí sobre la depreciación de los carros usados y decidí venderlo.
Por ahorrarme unos pesitos puse el clasificado en unas páginas gratuitas que encontré. Unos arreglitos para el carro, en general está en buen estado, y me senté a esperar. Pasó una semana, dos, un mes, dos… Vi el modelo que quería en los Clasificados de El País pero debía esperar a vender el mío para completar la plata.
A los tres meses recibí una llamada; un tipo me preguntó por el modelo y el kilometraje, parecía interesado y quería verlo, quedamos de vernos el sábado. Me sentí muy lista, no había invertido nada y ya iba a vender el carro.
Lo llamé el día planeado, me dijo que salía de viaje y que nos viéramos dentro de ocho. Le dije que lo esperaba, finalmente nadie más había llamado. Mientras tanto vendieron el carro que quiero, el que vi en El País, pero no me preocupé, por allí siempre hay nuevas y buenas opciones.
Volvió el tipo y me llamó. Quedamos de vernos en un centro comercial pero cada que hablábamos de un sitio de encuentro nombraba lugares que no existían. “Este tipo está loco”, pensé, “a dónde me fui a meter, eso me pasa por no usar una página seria”.
Finamente después de un rato nos dimos cuenta lo que pasaba… estábamos en lugares diferentes, a unos 950 kilómetros de distancia. Resulta que la página donde puse el clasificado no discriminaba ciudad en la búsqueda; él siempre pensó que yo estaba en Cúcuta y yo siempre pensé que él estaba en Cali, me dijo que paila… La próxima vez hago las cosas a lo bien.