Etanol, un paso intermedio hacia menos emisiones contaminantes
El transporte fue responsable en 2021 del 37% de las emisiones mundiales de CO2 a la atmósfera, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), por lo que muchos países buscan dejar atrás los combustibles derivados del petróleo.
Por eso, las alternativas a los combustibles fósiles son ya una realidad y la electromovilidad gana fuerza en América del Norte, Europa y China, según expertos.
Pero América Latina, África y el sur de Asia van rezagados, debido a sus vastos territorios e insuficiente desarrollo de infraestructura para dotarse de sistemas a base de energías limpias, que alimenten una flota vehicular eléctrica.
De hecho, solo el 1% de los vehículos en Latinoamérica son eléctricos, precisó el experto en biocombustibles Agustín Torroba, del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), con sede en Costa Rica. "Tenemos un promedio de vida de nuestros vehículos de 20 años. Va a llegar el 2050 y la mayoría va a seguir siendo a combustión interna (en la región)", afirmó Torroba.
La alternativa
El etanol como alternativa a la gasolina sería "un paso intermedio" hasta conseguir la adaptación a la electromovilidad. Así lo señaló el investigador Mauricio Bustamante, de la Escuela de Ingeniería de Biosistemas de la Universidad de Costa Rica.
Se trata de un alcohol con pureza superior al 99%, resultante de la fermentación, destilación y deshidratación de materias primas renovables, en el 90% de los casos del maíz y la caña de azúcar, explicó Torroba.
Se puede utilizar etanol puro, pero habitualmente se mezcla con gasolina en diferentes porcentajes, lo que permite que sea usado en vehículos motorizados, sin necesidad de cambios mecánicos.
De la siembra hasta el tubo de escape, el etanol puede ser un 90% más limpio en emisiones de CO2, que el proceso completo de extracción, producción y consumo de gasolina, afirma el experto del IICA.
"Es un combustible que de igual forma genera esta huella de carbono, pero no tanto como los procedentes de fuentes fósiles", comentó Bustamante.
El caso brasileño
Brasil tiene larga experiencia en el uso del etanol, pues implementó esta tecnología en los años 70, ante la crisis que elevó los precios del petróleo. Ahora es el segundo productor y consumidor de etanol en el mundo, después de Estados Unidos.
Desde entonces, el etanol fue apareciendo en gasolineras, gracias a las vastas extensiones de cultivos de caña en el gigante sudamericano, y sustituyó el 50% del consumo de gasolina, explicó a la AFP Flavio Castellari, presidente de la Asociación Petroquímica y Química Latinoamericana.
"(Ahora) todos los países (de América Latina) están mezclando" gasolina con etanol, según Castellari. "Es hora de juntarnos todos los países de Latinoamérica para promover este tipo de biocombustible", aseveró.
Brasil utiliza en cada litro de gasolina un 27% de etanol; Paraguay, 25%; Argentina, un 12%; Colombia, el 10%, según el IICA.
El precio del litro de etanol es 40% más barato que la gasolina en Brasil.
Algunos puntos en contra
América Latina es conocida como 'el granero del mundo' y tiene vastos cultivos de caña de azúcar y maíz, materia prima del etanol.
"Podemos producir los combustibles que necesitamos para exportar, porque tenemos una capacidad enorme", afirma Castellari.
De hecho, la producción mundial de etanol en la última década aumentó un 23%, según el IICA, mientras Estados Unidos (54%) y Brasil (29%) acaparan más de tres cuartos del total.
De cada hectárea de cultivo de caña de azúcar se extraen entre 6.000 y 8.000 litros de etanol en Brasil y la productividad por hectárea puede ser cuatro veces superior a la actual, dice Castellari.
Sin embargo, hay expertos que cuestionan las bondades ambientales de este biocombustible derivado de cultivos, que también podría utilizarse para producir alimentos.
El investigador Tyler Lark, de la Universidad de Wisconsin-Madison y autor principal del estudio "Renewable Fuel Standard" (Estándar de combustibles renovables), considera que se están talando bosques -que absorben dióxido de carbono- para plantar maíz o caña de azúcar para producir etanol.
Además, algunos fertilizantes usados en cultivos de maíz emiten óxido nitroso (N2O), gas de efecto invernadero muy potente.